En vista de la escasa rentabilidad que ofrecen los depósitos tradicionales en la actualidad, las entidades financieras se la están ingeniando para lanzar productos al mercado que ofrezcan algún atractivo adicional a sus clientes.
Entre estos productos destacan los depósitos estructurados, un tipo de depósito bancario cuyo interés no se fija de antemano, ya que depende de la evolución de uno o varios índices bursátiles, de un grupo de acciones o bien de cualquier otro activo que tenga un mercado secundario en el que cotice, llamado activo subyacente. Este tipo de productos es ideal para aquellos ahorradores que busquen una cierta rentabilidad por su dinero sin renunciar a todas las ventajas que proporciona un depósito a plazo fijo.
Se compone de una parte fija similar a la de un depósito a plazo fijo con un plazo mayor y de una parte variable, vinculada a la evolución de un activo subyacente y que, además, promete mayores beneficios. Son dos productos con un riesgo muy diferente, con los que se trata de garantizar la inversión a través de la parte fija y ofrecer una rentabilidad adicional que, no obstante, no se conocerá hasta que no finalice el plazo de amortización
Al contar con una parte fija, el capital está garantizado a vencimiento; ahora bien, según se haya estipulado en el contrato, el cliente podría incluso sufrir pérdidas, en función de la evolución del activo subyacente. Por esta razón, es importante leer la letra pequeña del contrato ya que la rentabilidad se determinará en función de esta evolución.
No obstante, tiene la ventaja de que el ahorrador puede beneficiarse de los vaivenes positivos de la Bolsa sin necesidad de invertir de manera directa en acciones de compañías.
Cobertura del Fondo de Garantía de Depósitos
Al margen de las pérdidas que el cliente podría sufrir el cliente debidas a la cotización negativa del activo subyacente, el depósito podría perder todo el capital si el banco quiebra. Sin embargo, al contar con el gancho del depósito, está garantizado por el Fondo de Garantía de Depósitos, que cubre los 100.000 primeros euros de un titular por cada entidad en la que tenga depositado su dinero.
No obstante, esta cobertura se refiere solo a la parte del depósito, es decir, a la parte fija. Todo aquello que esté referenciado a un índice o, en general, a cualquier otro activo subyacente, no está salvaguardado, de manera que las pérdidas que tengamos por la evolución negativa de nuestra inversión tendrán que ser asumida por nosotros mismos.
Menor liquidez que los depósitos tradicionales
Uno de los mayores problemas que presentan los depósitos estructurados es su elevada iliquidez. El ahorrador no puede disponer de sus ahorros hasta que el depósito no llegue a su vencimiento y, de hacerlo, lo hará con una penalización bastante elevada.
Esta premisa es, en realidad, un inconveniente ya que, además de la elevada iliquidez que presentan los depósitos estructurados, el cliente estará perdiendo oportunidades de inversión más rentables. Es decir, el coste de oportunidad del depósito estructurado puede ser bastante elevado.
Los depósitos estructurados son un producto avanzado
Los depósitos estructurados se han convertido en uno de los productos financieros que mejor acogida ha tenido por parte de los ahorradores, al combinar lo mejor de la renta fija (su seguridad) con lo mejor de la renta variable (su mayor rentabilidad). No obstante, no es un producto pensado para todas las personas. Su elevada iliquidez y el riesgo de pérdidas hace que muchos ahorradores vean con cierto escepticismo la contratación de este tipo de productos.
Lo más recomendable en estos casos es informarse sobre el producto en el que estamos invirtiendo, tanto la parte del depósito como muy especialmente la parte de la renta variable. Si se incorporan cestas de acciones, puede ser interesante que sean las menos posibles y que estén lo suficientemente diversificadas como para que las pérdidas sean lo menores posibles.