Ayer el Financial Times (FT) pubicó una nota que vale la pena comentar. Señaló que las compañías mineras han alcanzado ya su máximo de producción y que ésta comenzará a declinar, como consecuencia de las pérdidas que están enfrentando en la industria. Esto por supuesto, se debe a la caída de precios del metal precioso en los mercados internacionales desde 2011, cuando alcanzó su máximo histórico vigente por encima de 1,900 dólares la onza troy.
En lo que va del año el oro ha promediado 1,091.53 dólares.
Debido a este desplome de más de 40 por ciento, dice el FT, líderes de la industria y analistas consideran que unos cuantos proyectos grandes son los que llegarán a concretarse y producir.
Ante ello la oferta en el mercado comenzará a reducirse. Thomson Reuters GFMS estima que la caída sería del 3 por ciento en 2016, terminando un ciclo de siete años de alzas en la producción. Vitaly Nesis, director de Polymetal citado por el mismo medio, calcula que el recorte llegaría a ser de 15 a 20 por ciento en los próximos tres a cuatro años.
Hasta ahí, todo bien. Sí, es cierto que ante la caída de precios cada día se suman nuevas minas que cierran sus puertas alrededor del mundo. También que la previsión de corto y mediano plazo no es del todo positiva para las cotizaciones por múltiples factores como: la depresión (manipulación) de sus precios en el mercado de “oro papel” de Occidente para dar sensación de fortaleza al dólar, lo contentos que están los chinos acumulándolo en físico a precio de ganga, las presiones deflacionarias que provocaron la Reserva Federal y otros bancos centrales al inflar burbujas en activos que ahora revientan, etc.
Lo que es “bueno” para el dólar –como la volatilidad en los mercados emergentes y sus divisas-, no lo es para todo lo demás, incluidas por supuesto las materias primas. El Rogers International Commodity Index –quizá el índice de materias primas más importante del orbe-, ha caído 9.37% en lo que va de 2016, y desde 2011, el desplome llega a casi el 60 por ciento.
Sin embargo, el oro es una “materia prima” muy diferente a las demás. Es la materia prima- dinero, por lo que para fines prácticos no se quema, no se consume ni se tira a la basura. Casi todo el oro extraído se acumula tan pronto se extrae de la Tierra, sea como lingotes, barras, monedas o joyería.
De manera que en realidad, aunque de repente no se extrajera una sola onza más, habría una gran cantidad de existencias. El tema en todo caso es la DISPONIBILIDAD de esos inventarios para el mercado.
Aquí hemos explicado que el mercado de futuros sigue dando señales de “escasez” de oro físico. Esto es una anomalía que refleja la reticencia de los inversionistas a desprenderse de su oro. El bajo precio sin duda, abona a dicha reticencia en un marco de inestabilidad económico-financiera. Nadie suelta tan fácil su “bote salvavidas” en un barco que se hunde.
No olvidemos que el oro, al ser dinero, cuando se tiene en físico no tiene riesgo de impago. El dinero de papel, en cambio, es una deuda en sí misma que requiere ser intercambiada por mercancía para ser saldada.
Así que en realidad la oferta de oro ya ha estado a la baja, no es ninguna novedad. Lo que sí, es que un derrumbe en la producción es un elemento más que abona al valor fundamental del oro como el mejor refugio financiero.
Un ritmo menor de acumulación de existencias en un contexto en el que cada día los inversores se resisten más a desprenderse de él, auguran un futuro más que brillante para el oro. ¿Qué ocurrirá cuando la burbuja del dólar estalle, y el pánico haga correr al público hacia el rey de los metales? Saque usted sus conclusiones.