“Transformad esas antiguas aulas; suprimid el estrado y la cátedra del maestro, barrera de hielo que lo aísla y hace imposible toda intimidad con el discípulo; suprimid el banco, la grada, el anfiteatro, símbolos perdurables de la uniformidad y del tedio. Romped esas enormes masas de alumnos, por necesidad constreñida a oír pasivamente una lección, o a alternar en un interrogatorio de memoria, cuando no a presenciar desde distancias increíbles ejercicios y manipulaciones de que apenas logran darse cuenta. Sustituid en torno al profesor a todos esos elementos clásicos, por un círculo poco numeroso de escolares activos, que piensan, que hablan, que discuten, que se mueven, que están vivos en suma, y cuya fantasía se ennoblece con la idea de una colaboración con el maestro.” Francisco Giner de los Ríos (1839-1915)
La Institución Libre de Enseñanza (ILE) fue fundada en 1876 por Francisco Giner de los Ríos y otros catedráticos de pensamiento liberal y humanista, que fueron apartados de la Universidad por defender la libertad de cátedra y negarse a plegarse a los dogmas oficiales en materia religiosa, política y moral. Este hecho hizo que se viesen abocados a seguir educando pero al margen de la Universidad, creando centros educativos privados enfocados a la educación primaria, secundaria y universitaria.
El ILE se creó y se mantuvo sin subvención alguna oficial, con el solo concurso de la iniciativa particular, mediante acciones y donativos voluntarios.
Llevaron a cabo una importante tarea de renovación cultural y pedagógica sin precedentes en nuestro país. En sus estatutos se declaraba la Institución ajena a todo interés religioso, ideología o partido político, proclamando el derecho a la libertad de cátedra, la inviolabilidad de la ciencia y el respeto a la conciencia individual.
En la Institución Libre de Enseñanza no se hacían exámenes ni tampoco había libros de texto. Era una filosofía diferente de enseñar y de que los alumnos aprendiesen, todo amparado bajo la premisa de construir un pensamiento crítico, autónomo e individual. Aprender no consiste sólo en acumular conocimientos, sino que la prioridad era educar y formar ciudadanos. Se trataba de una educación moderna encargada de formar minorías, intelectualmente despiertas, capaces de elevar el nivel sociocultural del país, sin separación entre primaria y secundaria, con enseñanza cíclica y en régimen de coeducación, donde la actividad personal y la experiencia creativa del alumno, utilizando diversas fuentes de aprendizaje, constituía el eje del trabajo escolar.
Giner de los Ríos tenía claro que un día fuera de las aulas, observando las cosas, hablando, razonando y debatiendo valía mucho más que un día de clase. A partir de esta idea implantó la evaluación contínua.
Grandes personalidades desfilaron como los premios Nobel Severo Ochoa, Ramón y Cajal, Vicente Aleixandre, Juan Ramón Jiménez. Incluso tuvieron el honor de contar con Albert Einstein que explicó su Teoría de la Relatividad a los alumnos.
Pero con el tiempo los sectores más conservadores de la sociedad ya no veían con buenos ojos a la Institución. Con la llegada de la Dictadura comenzó el final de este precioso proyecto.
Tras la entrada en vigor de la Constitución de 1978, la Fundación recuperó su patrimonio y ha reanudado sus actividades.