Hemos dedicado nuestros dos últimos comentarios a los bonos high yield y al índice de las pequeñas y medianas compañías americanas, el Russell 2000. En ambos casos nos hemos preguntado si sus turbulencias podían ser, tal vez, como algunos piensan, un "canario en la mina" que nos está dando señales de que se puede estar incubando una corrección más profunda e inquietante en los mercados financieros globales.
Esa inquietud de un desplome cobró fuerza a mediados de la semana pasada, cuando el indicador líder por excelencia, el S&P, se acercaba en algún momento a la cota de los 1.800 puntos, amenazando con perderla y cayendo por debajo de los mínimos del pasado agosto.
Afortunadamente las palabras de Mario Draghi, tras la reunión del BCE del jueves pasado, y el giro al alza en los futuros del petróleo, tranquilizaron a los inversores y al final de la semana recuperó rápidamente posiciones y cerró por encima de los 1.900 puntos, concretamente en 1.906,9 puntos. Los analistas técnicos, que habían concedido bastante relevancia a la pérdida de los 1.880 puntos, ahora recuperados, piensan que los niveles de 1.950 puntos podrían ser una barrera fuerte en este pequeño rally del S&P que se inició, como decíamos, el pasado jueves.
¿Qué nos indica el Gráfico de las últimas cinco sesiones que adjuntamos? Lo que nos transmite una visión rápida de ese Gráfico es la imagen de un mercado desconcertado, sin criterio, que da bandazos al alza o a la baja sin saber muy bien por qué. La sesión del miércoles 20 es especialmente significativa, ya que tras una brusca caída en la que, como decíamos, la cota de los 1.800 puntos se llegó a ver amenazada, el mercado cambió de dirección, sin que realmente hubiese ningún cambio de fondo en el escenario económico.
El S&P nos sugiere, con sus repentinos cambios de humor, la radiografía de una gran incertidumbre, de una gran duda. El dilema de los inversores es si deben seguir actuando como en los cuatro últimos años, practicando el "buy on dips" que tan buenos resultados ha dado en los últimos años, o más bien deben cambiar el chip y descargar posiciones cuando suben las Bolsas.
No es fácil responder a esa pregunta. Por un lado los Bancos Centrales van a seguir apoyando a las Bolsas, entre otras cosas porque no les queda otro remedio, al ser esclavos de sus propias políticas, y eso invita a comprar, dado que tenemos una especie de "put" otorgado por los banqueros centrales. Pero hay algo que nos dice que ese juego, tan rentable hasta ahora, está ya terminándose y que no es tan obvio hacer "front running" anticipándose a las palabras o decisiones de la Fed, el BCE o el Banco de Japón.
Aunque a corto plazo pensamos que el rebote del S&P el pasado jueves y viernes puede tener aún recorrido adicional, seríamos muy cautos en el medio plazo ya que el mercado, a nuestro juicio, ha cambiado muchísimo desde el pasado mayo, y puede dar sorpresas muy desagradables a los que inviertan solo guiados por la ilusión monetaria.
GRÁFICO DE LOS FUTUROS DEL S&P EN LAS CUATRO ÚLTIMAS SESIONES