España  tenía la tasa de paro más elevada de todos los países desarrollados (un 25%) y había sufrido la mayor destrucción de empleo de toda la historia cuando en 2012 vio la luz la última Reforma Laboral. Era innegable que había que hacer un cambio, pero tanto los sindicatos como las fuerzas de izquierdas fueron muy críticos con dicha reforma y vaticinaron que traería consigo una mayor destrucción de empleo; la Fundación Ideas, creada por Jesús Caldera y presidida por José Luis Rodríguez Zapatero, vaticinó que supondría la eliminación de más de 800.000 puestos  en los próximos años, pero la realidad ha sido diametralmente opuesta habiendo permitido la creación de más de 1 millón de puestos de trabajo desde su entrada en vigor.

La reforma laboral se centra en la creación de empleo en Pymes y microempresas  con menos de diez trabajadores ya que son quienes dan empleo al 90% de la población activa del sector privado, la modificación de la negociación colectiva existente que perjudicaba a empresas y trabajadores  de pymes  y microempresas debido a unos convenios sectoriales que en muchos casos no reflejaban la realidad económica de la empresa  y en pasar a convertir la contratación en una oportunidad y no en un riesgo para los emprendedores debido a una mayor flexibilidad laboral.

La Reforma Laboral ha sido denostada por los sectores de izquierdas y sindicatos fundamentalmente por:

Una supuesta pérdida de derechos sociales de los trabajadores que no deja de ser una contradicción ya que quienes culpabilizan a la reforma laboral de la pérdida de los derechos sociales son los mismos que han mantenido un marco regulatorio que ha generado la mayor tasa de paro de toda nuestra historia y la más alta de todos los países desarrollados. Yo les plantearía dos cuestiones “¿no es el derecho más importante poder trabajar?, ¿no es la creación de empleo la política social más importante?” También se critica la desigualdad que han generado las actuales políticas y yo les recordaría que el mayor desequilibrio social se genera cuando hay personas que desean trabajar y no pueden, cuando se deniega un derecho fundamental básico que debe tener todo el mundo como el derecho a un trabajo digno. España creó entre 2007 y 2012 (año en que se aprobó la reforma) tres de cada cuatro parados generados en Europa y esto trajo consigo el que el Índice de Gini que mide la desigualdad social alcanzara su máximo histórico en España.

Quienes critican la reforma porque aseguran que trae consigo una reducción salarial olvidan que los salarios no han descendido por la reforma sino por la crisis económica que hemos sufrido, durante los años de crisis de 2008 hasta 2011 los salarios crecieron mientras la productividad descendía fruto de unos convenios rígidos que no se correspondían con la realidad existente, asfixiando injustamente a infinidad de pymes que se vieron abocados a cerrar futo de un marco regulatorio injusto. Dicho problema con la nueva reforma se eliminará gracias a que la negociación se realizará con una realidad económica más cercana a la situación de la empresa y no del sector. Nuestros sindicatos y políticos deben comprender que los incrementos salariales no pueden ser por decreto sino fruto de incrementos de competitividad.

El abaratamiento del despido es fruto de darle a las Pymes y micro empresas mayor oxigeno en las fases bajas del ciclo económico ya que si queremos crear empleo no podemos asfixiar a estos pequeños empresarios con legislaciones proteccionistas que imposibiliten el despido y conduzcan a la quiebra cuando lleguen las crisis económicas, además debemos recordar que de todos los países desarrollados únicamente Italia tiene una protección contra el despido superior a España.

Es lamentable que la Reforma Laboral que nos ha llevado a la creación de un millón de puestos de trabajo sea el principal caballo de batalla de los partidos de la oposición y que se prefiera volver al mismo modelo laboral que nos ha llevado a ser la principal fábrica de parados de Europa.