El Partido Popular fue la formación política que obtuvo un mayor número de votos y de escaños en las últimas elecciones generales. Sin embargo, sus 123 escaños son marcadamente insuficientes para investir a Mariano Rajoy presidente del Gobierno: por eso, desde el propio 20 de diciembre, el PP ha intentado recabar los votos de otras fuerzas políticas. Al cabo, en una democracia parlamentaria no gobierna la lista más votada, sino la que más apoyos parlamentarios recibe.
Pero, tras haber dedicado cierto esfuerzo a entablar pactos con otros partidos, el PP no ha conseguido apoyos suficientes: por eso, justamente, Rajoy ha declinado en dos ocasiones someterse a la sesión de investidura. Las razones por las que el PP ha fracasado en su intento de llegar a un acuerdo pueden estar sujetas a múltiples interpretaciones: sectarismo del resto de formaciones, profunda incompatibilidad programática, sed de poder de algunos líderes, divisiones internas, falta de habilidad negociadora de los populares, etc. Sea como fuere, la cuestión es que el PP carece de los apoyos necesarios y, en esta coyuntura, es el PSOE quien posee la iniciativa para tratar de conformar gobierno.
Las opciones del PSOE pueden dividirse en dos: un gobierno de centro-izquierda con Ciudadanos (coalición PSOE+Cs) que requeriría la abstención del PP para salir adelante; o un gobierno de izquierda más radical (coalición PSOE+Podemos) que requeriría el voto afirmativo de algún otro partido (por ejemplo, el PNV) y la abstención del resto. Según parece desprenderse de sus palabras y de su conducta, el PSOE prefiere el pacto con Ciudadanos (aunque sólo sea para no verse fagocitado a medio plazo por Podemos) y Ciudadanos de momento se deja querer por el PSOE con preferencia sobre el PP (quizá porque sus propuestas son más parecidas a las del PSOE, porque no quieran acercarse a un Rajoy especialmente mancillado por la corrupción o porque consideren que podrán influir mucho más sobre un partido con 90 escaños que en uno con 123).
Sea como fuere, el acuerdo de gobierno PSOE+Cs tiene visos de fraguarse, en cuyo caso acumularía más escaños (130) que el PP en solitario (123). Ante tal escenario, la cuestión más relevante es qué hará el PP: si se abstiene, facilitará el gobierno PSOE+Cs; si vota en contra, bloqueará la investidura de Pedro Sánchez de la mano de Ciudadanos y lo forzará a acercarse a Podemos para acceder a la presidencia.
Si atendiéramos a la textualidad del discurso oficial del PP, la abstención sería la opción más responsable. De acuerdo con el PP, “la estabilidad de España debe estar por encima de los intereses del partido”; a su vez, el propio Mariano Rajoy ha asegurado apostar por “la moderación, la sensatez, la cordura, por un gobierno fuerte y, en ningún caso, por el radicalismo, la desmesura o la generación de incertidumbre”. ¿Y qué entiende el PP por inestabilidad e incertidumbre? Un gobierno de coalición PSOE+Podemos, que “sería un lastre y una amenaza cierta para la economía española y la recuperación” (recalco que ésa es la hipótesis del PP,no estoy afirmando que esa hipótesis sea necesariamente cierta). Si el PP antepone los intereses de España a los del partido, si a su entender los intereses de España pasan por evitar un gobierno PSOE+Podemos y si la forma de evitarlo es permitir un gobierno PSOE+Cs mediante la abstención, entonces lo lógico debería ser que el PP se abstuviera y permitiera gobernar a Sánchez con Ciudadanos.
Pero no: Rajoy ya ha dejado claro que “no tenemos voluntad de bisagra”, ya que“el PP es un partido de gobierno”. Por ello, los populares votarán en contra de un gobierno socialista “tanto si viene apoyado por Podemos y los independentistas, como si viene apoyado sólo por sus 90 escaños, o como si otros quieren darle su apoyo”. Es decir, el mismo PP que jura anteponer los intereses de España a los propios y que sostiene que el peor escenario para España sería un gobierno PSOE+Podemos, amenaza con bloquear un pacto PSOE+Cs aunque ello implique dar alas al pacto PSOE+Podemos. “O controlamos nosotros el gobierno, o el caos”. Ése es el sentido de Estado del PP.
O por expresarlo de manera más esquemática, según se desprende de las declaraciones de Rajoy, las mejores opciones de gobierno para España serían las siguientes:
PP+PSOE+Cs > PSOE+Cs > PSOE+Podemos
Sin embargo, las preferencias reveladas del PP no coinciden con la clasificación anterior, dado que, al bloquear el gobierno PSOE+Cs, en realidad están promoviendo un gobierno PSOE+Podemos. Esto es, las mejores opciones de gobierno para el PP son las siguientes:
PP+PSOE+Cs > PSOE+Podemos > PSOE+Cs
Una vez descartada la primera opción (PP+PSOE+Cs), el PP antepone sus tácticos intereses partidistas (PSOE+Podemos > PSOE+Cs) a lo que él mismo reconoce ser estratégicamente más beneficioso para España (PSOE+Cs > PSOE+Podemos). Los intereses del partido, pues, se ubican por encima de los del país: pura deslealtad institucional para seguir aferrándose a una poltrona sobre la que no poseen derecho natural alguno.
En realidad, la situación todavía es más grotesca que la anterior, pues la única opción remota que, sin jugar con pólvora, permitiría alcanzar una gran coalición encabezada por el PP pasaría por descabezar a Rajoy y a su actual cúpula directiva. Pero Rajoy se niega a marcharse siquiera para incrementar las probabilidades de lo que él mismo reconoce como la mejor opción para España (PP+PSOE+Cs): esto es, ni siquiera se están anteponiendo los intereses del partido a los del país (que también), sino los intereses personalísimos de Rajoy a los del país. “O controlo yo el gobierno, o el caos”.
Desde luego, el oportunismo tacticista del PP probablemente no tenga como propósito final encumbrar al poder a la coalición PSOE+Podemos: más bien, lo que intentan es forzar o el desmoronamiento del liderazgo de Sánchez (con la esperanza de que el nuevo líder socialista sí se abstenga ante un gobierno del PP) o unas nuevas elecciones (en las que, de manera irrealmente optimista, PP y Ciudadanos alcanzaran la mayoría absoluta o, de manera más verosímil, Podemos superara al PSOE y éste se negara a ser la muleta de la formación de Pablo Iglesias). Pero fijémonos en que aquí el PP está trasladando sobre los hombros de la ciudadanía española unos riesgos desproporcionados —que PSOE, Podemos y el resto del hemiciclo sí alcancen algún tipo de acuerdo de investidura— con tal de conservar alguna opción de permanecer en La Moncloa.
No, el PP no es una asociación de responsables estadistas que se preocupan abnegadamente por promover lo que ellos entienden por el bien común o el interés general: al contrario, son una banda de arribistas dispuestos a sacrificar y hundir al país con tal de conservar —o tener alguna posibilidad de conservar— el cetro de mando. Son un partido político al uso.
Lo anterior, claro, no significa que el PSOE no sea también una banda de arribistas dispuestos a sacrificar y hundir el país con tal de alcanzar el poder. Por supuesto que el PP puede quejarse de que ahora el PSOE está reclamando algo —la abstención— que ellos le han negado reiteradamente al PP: pero esa actitud cerrada y opuesta a la gobernabilidad “sin radicalismos” es la que los de Rajoy califican de irresponsable cuando la practicaba el PSOE. ¿Acaso lo responsable es comportarse de la misma manera que los irresponsables? ¿O es que lo responsable es responder a la irresponsabilidad con irresponsabilidad?
Ahora bien, en realidad, la irresponsabilidad del PSOE es en todo caso bastante inferior a la del PP. A la postre, el PSOE es un partido autoproclamado de izquierdas que, en consecuencia, bien puede considerar que un gobierno de coalición con Podemos, aunque no fuera tan positivo para España como uno con Ciudadanos, no tiene por qué ser tan catastrófico como lo pinta el PP. O dicho de otro modo, el PSOE puede creer subjetivamente que las mejores opciones de gobierno para España son las siguientes:
PSOE+Cs > PSOE+Podemos > PP+PSOE+Cs
Al rechazar la gran coalición, pues, el PSOE no tendría por qué estar anteponiendo los intereses de su partido a los de España: acertada o equivocadamente, es factible que piense que un gobierno PSOE+Podemos —un gobierno que promueva una agenda de izquierdas— es mejor que una entente con un partido contaminado por la corrupción y con un programa electoral antitético al suyo (el PP). En tal caso, si los populares bloquean su primera opción de gobierno (PSOE+Cs), es lógico que el PSOE opte por su segunda opción que, a su vez, coincide con la que subjetivamente también consideran segunda mejor para España. No digo que éste sea el análisis que realmente efectúe el PSOE (podría suceder que el PSOE creyera que la gran coalición es preferible para España que un pacto con Podemos, pero que aun así prefiriera como partido tomar el poder con Podemos), pero al menos el discurso de los socialistas ha sido bastante claro y coherente hasta el momento: la gran coalición siempre ha sido descartada de plano como negativa para España y el pacto con Podemos siempre se ha condicionado a no rebasar ciertas líneas rojas. El PP, en cambio, nos está diciendo simultáneamente que un gobierno con Podemos sería un desastre para España y que bloqueará cualquier alternativa de gobierno que no presida Rajoy aunque ello suponga abocarnos a un gobierno socialista con Podemos.
En definitiva, la gestión del PP de sus resultados postelectorales está siendo absolutamente bochornosa. Los populares no sólo están exhibiendo una obsesión enfermiza por retener el poder, sino que además insultan la inteligencia de los ciudadanos al prometernos que están trabajando en pos de los intereses del conjunto del país. No: únicamente están velando por sus intereses personales y partidistas aun cuando ello suponga reventar el país. Política en estado puro.