Hoy fue un día de anuncios tan inesperados como en sentido correcto, si bien no son para echar ninguna campana al vuelo. Todo lo contrario. Como hemos expuesto en este espacio, de una recesión global –a la que cada día nos aproximamos más-, ya no es posible salvarse.
El secretario de Hacienda, Luis Videgaray, dio a conocer un “ajuste preventivo al gasto de la Administración Pública Federal” por un monto de 132.3 mil millones de pesos, equivalentes al 0.7% del PIB. Esto incluye recortes de 100 mil millones pesos en PEMEX y 32.3 mil millones de pesos adicionales, de los cuales el 91% corresponde a las Dependencias del Gobierno Federal y el resto a CFE.
Por su parte, la Junta de Gobierno de Banco de México (Banxico) decidió “incrementar en 50 puntos base el objetivo para la Tasa de Interés Interbancaria a un día a 3.75 por ciento.” Subió los tipos, para decirlo más claro. Lo que vieron en dicha Junta fue que “la volatilidad en los mercados financieros internacionales ha aumentado y el entorno externo que enfrenta la economía mexicana ha seguido deteriorándose.” Tarde, pero por fin reconocieron de forma implícita que la inflación sí es un peligro inminente como consecuencia de la debilidad del peso frente al dólar.
En conjunto, Hacienda y Banxico publicaron un comunicado de la Comisión de Cambios en el que dijeron que con efecto inmediato, se suspenderán los mecanismos de venta de dólares. Pese a ello, no descartaron “intervenir discrecionalmente”.
De hecho, empezaron hoy mismo. "Estamos hablándole a los bancos para pedirles precios de forma directa y vendiéndole dólares a todas las instituciones financieras que nos den precio", dijo una fuente del banco central a Reuters, citada por El Financiero. Mal hecho.
Debido a todo lo anterior, el peso se apreció de forma súbita. Al cierre de este artículo se encontraba en $18.33 por dólar desde $18.90 en que estaba más temprano.
¿Qué nos ocultan Hacienda y Banxico?
Lo que no nos dicen las autoridades financieras y monetarias es que el anuncio de hoy es el reconocimiento de sus errores previos. Fue un error pretender “defender al peso” (nunca se admitió así, pero se intentó). Desde diciembre de 2014 en este espacio advertimos que no se debió actuar en ese sentido, y el año pasado, abundamos en que esa “defensa” de nuestra moneda resultaba inútil y costosa. Quemar reservas “a lo tonto” –reservas que más adelante nos harían más falta-, tenía que parar.
Qué bueno entonces que se acaben las subastas, pero el gobierno –que es quien realmente manda en la Comisión de Cambios- tiene que resistir ahora la tentación de las intervenciones “discrecionales”. Puede ser que tengan un efecto momentáneo en bajar el dólar, pero al final, el billete verde subirá sin que nada ni nadie lo pueda detener.
En un entorno internacional complejo, los inversores seguirán huyendo hacia los refugios que conocen, falsos como el dólar, y verdaderos como el oro.
Debido a lo anterior, mantenemos nuestra postura de que una “corrección” (baja) del dólar frente al peso era inminente, pero que será de corta duración. De seguirse apreciando, será quizá la última oportunidad de salir del peso hacia refugios seguros. No se confíe.
Con los hechos de hoy, también quedó confirmado que la depresión de las tasas a cargo de Banxico a un mínimo histórico fue otra pifia. No sirvió para apuntalar el crecimiento económico, pero sí llevó a que el ahorro de las personas fuera aniquilado con rendimientos reales negativos.
El ahorro es la base real del crecimiento sostenido de largo plazo, como piedra angular del capital y la inversión, por lo que aplastarlo nos condena a pagar muy caras consecuencias. Debido a ello es que el alza de tasas debe ser lenta, pero progresiva. El objetivo de tasa de Banxico debe subir hasta quedar por encima de todas las previsiones de inflación, sobre todo las más pesimistas. Esa tendría que ser la meta, al igual que abrir todos nuestros mercados a la voz de ya.
Con la inflación que viene, será indispensable que el consumidor tenga a mano la mayor cantidad de opciones de compra a los precios más convenientes, sin importar que quien lo ofrezca sea una empresa nacional o extranjera. No se debe proteger a unos pocos privilegiados con el pretexto de “impulsar la industria nacional”, en perjuicio de todos, nosotros, los consumidores.
Ahora bien. Reiteramos, ninguna de las acciones aludidas arriba hará que México se convierta en un oasis de crecimiento en un entorno recesivo. Eso tampoco lo dirán Videgaray o Carstens. De lo que se trata es de atenuar en lo posible las “ondas de choque” que terminarán por llegar. Ojalá las autoridades esta vez no desvíen el curso.
Por supuesto, más allá de lo que en el plano macro decidan los burócratas, sigue siendo mucho más importante que las personas tomen medidas de autodefensa financiera. Como decimos, esperar a que el gobierno nos salve es la peor estrategia que puede existir.