El crecimiento potencial de una economía es el resultado de la conjunción de tres factores: el demográfico, la productividad laboral y la inversión productiva. No les extrañará al valorar esta definición que los economistas pidamos reformas a las autoridades, al mismo tiempo que esperemos una recuperación de la inversión empresarial para comenzar realmente a hablar de una recuperación sostenible. Todo lo demás, como hemos podido comprobar la semana pasada con los datos de PIB del Q3 en la zona EUR, no deja de ser una recuperación cíclica, temporal y hasta titubeante.
La financiación es clave. Y de hecho lo será aún más a medida que vayamos avanzando en los indicios actuales de crecimiento. No hace tanto tiempo el propio Draghi admitía que la falta de indicios de una mejora en la financiación empresarial antes de final de año sería un indicio de que las medidas de política económica, no sólo financiera y monetaria, aplicadas hasta el momento habrían sido insuficientes. ¿Es esta la razón del inesperado recorte de tipos en la última reunión? Pero, si fuera así, creo sin duda que sería insuficiente. Es por esto que debemos estar atentos a la posibilidad de más medidas en las próximas reuniones.
Ya tendremos tiempo de analizar más en profundidad el tema de la financiación (si realmente no lo hemos hecho ya). Pero ahora me quiero centrar en los otros dos factores que explican el crecimiento potencial: el demográfico ( y más en concreto el porcentaje de población activa) y la productividad. Y para hacerlo voy a partir de sendos análisis que incorpora el propio ECB en su último informe mensual. En la década previa a la Crisis la productividad laboral en la zona EUR mantuvo un crecimiento promedio inferior al 1 %, casi la mitad del observado en USA. Después de la Crisis, la productividad marginal ha sido casi nula (en USA del 1.0 %). ¿Por qué este pobre comportamiento de la productividad? Hay tres factores que le afectan: la relación entre el capital y trabajo, los cambios en estas dos variables y los derivados de la eficiencia no directamente atribuibles al factor trabajo o a la inversión (flexibilidad, cambios en la tecnología, know-how, economías de escala y otros). ¿Rigidez vs. flexibilidad? También influye, aunque no es el único factor. De hecho, la infrautilización de la capacidad de producción y la obsolescencia son también factores a considerar. La recuperación económica debería ser un aliciente para recuperar la productividad (o eficiencia) en la producción. Pero, sin duda, no será suficiente por si sola para impulsar un fuerte aumento de la productividad. Ahora piensen en los procesos de consolidación y reestructuración pendientes en la zona EUR, centrados como hemos estado en la Crisis de deuda soberana (no finalizada) y la del sector financiero (a la que ahora nos enfrentamos). Ser optimista sobre el futuro no puede pasar por alto estos retos a los que nos enfrentamos.
Yellen volvió a referirse en su comparecencia la semana pasada al riesgo de que esté aumentando el desempleo estructural en la economía norteamericana. Sin comentarlo, es evidente que desconfía de una mejora de la tasa de desempleo explica, es cierto, por un aumento del empleo pero también por un descenso de la población activa (porcentaje sobre el total) en casi tres puntos durante la Crisis (ya hasta su nivel más bajo desde los años setenta). ¿Y en la zona EUR? El ratio de población activa ha aumentado en los últimos cinco años un punto. Hay factores estructurales (incorporación de la mujer al mercado de trabajo o la mayor esperanza de vida) que explican el aumento de la tasa de población activa. Pero también los hay coyunturales (la propia recesión que desincentiva la búsqueda activa de empleo) que la reducen. De hecho, en la zona EUR son precisamente los factores estructurales los que han pesado por encima de los coyunturales para este crecimiento del ratio: los ajustes fiscales, la propia duración de la recesión afectando especialmente a colectivos de sectores intensivos en mano de obra como la construcción. De hecho, la mujer y el colectivo de mayor edad han sido menos afectados por la Crisis en términos relativos al de los jóvenes. Pero esto es un drama intergeneracional (y a la larga afectando al crecimiento potencial) que debe valorarse de forma prudente.