"Desconexión, inconexión, desunión, disociación, escisión, aislamiento. Llámelo como usted quiera. hasta hace pocos entendí, a mi manera, que lo que es bueno para la economía es malo para la Bolsa, y al revés. Todo, por el valor implícito de la prima de riesgo y el peso de los tipos de interés en las valoraciones bursátiles. Estas variables siempre van en dirección contraria a la de los índices. Llegó el momento, sin embargo, del aplanamiento de la prima de riesgo, aunque aún cuenta con potencial recorrido a la baja, y con tipos de interés negativos. En el mismo acto, mejoran los fundamentos económicos. Todo favorable, así, para una subida de la Bolsa, pero la renta variable no sale del agujero. Unas veces hablan del fuerte peso del petróleo en la coyuntura actual. Otras, del miedo a la recesión, que viene. También, de la incertidumbre de los riesgos geopolíticos. En fin, que unas veces, porque llueve y otra, porque hace calor. "Nunca entenderé la desconexión endémica entre Bolsa y Economía ¿Y usted?..." me escribe L. P. inversor en Bolsa. Le facilito el último informe, calentito, recién salido del horno.
En 2015, el PIB europeo registró una tasa de crecimiento del 1,8%, la más alta desde 2011. La economía regional se vio respaldada, además, por las medidas expansivas del BCE –que amplió su balance un 25%–, una continuada depreciación del euro y los bajos precios del petróleo. Sin embargo, el índice Stoxx 600 cerró el año un 2% por debajo de su nivel de diciembre de 2014 y los beneficios empresariales no terminan de repuntar: en el cuarto trimestre del año, el BPA del índice europeo cayó un 5,9% a consecuencia, principalmente, de las fuertes pérdidas registradas en el sector de la energía (si excluimos este sector, el BPA del Stoxx 600 en realidad creció un 1,2% en términos interanuales).
¿Por qué la recuperación económica no se ha traducido en un mejor comportamiento bursátil? “Gran parte de la respuesta la encontramos en el cambio en la composición del índice, que ha rotado de las empresas cíclicas a otras más defensivas, lo que ha reducido la sensibilidad del mercado europeo a los cambios del entorno económico”, explica Alex Dryden, analista de mercado en J.P. Morgan Asset Management. Como ilustra el gráfico 4, los sectores defensivos del índice ahora representan el 34% del Stoxx 600 frente al 23% de hace diez años.
“Sin embargo, la desconexión entre el comportamiento de la renta variable y la economía europeas responde a algo más profundo que la simple composición sectorial”. Dryden ilustra este punto con el gráfico 5, que compara el peso relativo de la exposición internacional, el consumo, la manufactura y el sector energético y las materias primas en la economía regional y en el Stoxx 600.
“La primera conclusión es que las materias primas y el sector manufacturero tienen un peso mucho más significativo en el índice que en el conjunto de la economía europea. Si tenemos en cuenta que las empresas energéticas y las mineras aportan un 20% de los beneficios de las empresas del índice europeo y que el índice Bloomberg Commodity cotiza un 67% por debajo de su máximo, no resulta sorprendente que el mercado de renta variable se haya resentido. Sin embargo, el sector de las materias primas solo concentra un 3% del empleo europeo, por lo que las implicaciones negativas para la economía general se han visto compensadas con creces por el impacto positivo para empresas y consumidores de los menores costes de la energía”.
Un área que se ha mostrado particularmente robusta en Europa es el consumo interno. “Teniendo en cuenta que el consumo personal representa el 56% de la economía europea, estas mejoras impulsarán el crecimiento regional. Sin embargo, es posible que estos avances no se vean reflejados en los resultados bursátiles, ya que los servicios relacionados con el consumo solo representan el 29% de los beneficios del Stoxx 600. Una vez más, la lección para los inversores es que conviene ser activos y muy selectivos y no dejarse influir por la cifra general de rentabilidad del índice”, concluye el experto.